42º Getxo Jazz / Kenny Garrett Quintet: Brillantez, maestría y explosividad

Un quinteto de músicos negros fascinó y puso en danza la carpa del jazz (foto: Mr. Duck).

CAL: **

Jueves 5 de julio de 2018, Algorta / Getxo, Plaza Biotz Alai, 21 h, entrada 12 € (abono cinco conciertos 68 €)

 

Demostración de poderío, exotismo y dinamismo en una sesión de jazz modernista que dejó bailando al millar de personas que acudieron el jueves al 42º Getxo Jazz

 

El modernista saxofonista alto Kenny Garrett (Detroit, Michigan, 1960), premiado con el Grammy y antaño escudero de Duke Ellington y Miles Davis, triunfó absolutamente este jueves en el 42º Festival Internacional de Jazz de Getxo ante un millar de personas atrapadas en sus vórtices sopladores (sólo se quedaron 70 tiquets sin vender y se notó que la gente acudió con antelación para coger buen sitio). Ya habíamos visto dos veces antes a este saxofonista post-bop, ambas en la Sala BBK: en 2012, cuando titulamos ‘Qué barbaridad’ (así lo contamos), y en 2014, cuando titulamos ‘Casi perfecto’ (así lo contamos).

Y casi perfecto también fue su concierto del jueves, de solo seis piezas (tres de su nuevo disco, ‘Do Your Dance!’) en 104 minutos, o sea en hora y tres cuartos, calculen qué largas. Fue casi perfecto por una mera cuestión física: es imposible esprintar durante tanto tiempo, con lo cual en ciertas piezas se refrena el ritmo para dosificar fuerzas y recuperar el bofe.

Garrett arribó en sexteto totalmente negro (que baterista jovezno tan alambicado y veloz al aplicar el straight jazz, qué pianista modernista tan capaz de destacar en los entramados más climáticos…) y, tras el teloneo del grupo a concurso, el Anders Fjeldsted Sextet (al final el combo del contrabajista danés ha ganado el primer premio del certamen), abrió con dos piezas de su último disco, ‘Do Your Dance’ (Mack Avenue, 2016), las que más impactaron al respetable: ‘Philly’, ágil y expansiva, con el reflejo de Pharoah Sanders, un piano que emergió con el poder del gran McCoy Tyner y la percusión doble y bullente en una pieza demostrativa de actualidad, facultades, imaginación y transversalidad; y, tras presentar a la banda, siguió con ‘Backyard Groove’, un funk brillante (brillante como el traje de Garrett) que no pareció funk arquetípico y en cuya ejecución Garrett sopló el soprano y hasta cogió la pandereta, sumando tres percusiones en escena y notándose cierta bajada del tempo en su parte postrera.

Kenny Garrett vistió un traje también brillante (foto: José Antonio Gutiérrez).

Más de media hora habían pasado para las dos primeras piezas extáticas en las que se vio a un tipo cruzar el pasillo central como si fuera un cazador al acecho, pero se trataba del técnico de sonido, que andaba buscando fallos que no percibimos y apuntando a la perfección acústica (brillante ella). A la tercera, ‘Spanish-Go-Round’, fue cuando tomó aire y se puso melódico y con cierto aire sambero. Magistral remontó con la coltraniana ‘Haynes Here’, melódica, clásica y urbanita de película, en la que Garrett desafió a su joven baterista Rudy Byrd para que apretara el turbo (¡en plan el profesor de la película ‘Whiplash’!), y en el largo epílogo de ésta los músicos se pusieron vanguardistas mediante sonidos de la fauna selvática que gustarían a Sun Ra o a Joe Zawinul (pero no era ruido alocado, estaba todo bien ordenado y sorprendía, ¿eh?).

El quinto corte, ‘Chasing The Wind’ (el tercero extraído del último CD ‘Do Your Dance’) fue un bop refulgente dotado de la explosividad que a veces surge en el jazz (el bueno), otra competición de talento entre los músicos, que tocaban como si no hubiera público delante (ese laconismo del elegante Garrett que a veces roza el desdén, un Garrett que pidió que solo se les hiciera fotos en la primera pieza y desde la alejada mitad de la carpa de la plaza Biotz Alai, pues no le gusta que anden cerca de él apuntando con las cámaras), donde el solo del jefe, que casi barritó, fue ovacionado y donde nos fijamos que ninguno de los músicos llevaba partituras: se sabían los temas de memoria y podían improvisar sobre ellos.

El guateque final a lo Maceo Parker, con Kenny azuzando al personal (foto: Mr. Duck).

Y se acabó la memorable cita con ‘Happy People’, 24 minutos de funk a lo Maceo Parker con los rapeados de Kenny y sus constantes azuzamientos al público: que se levante, que dé palmas, que baile, que se acerque al tablado y que cante, lo cual logró con la gente tarareando la melodía de modo circular hasta formar parte de la canción. Y en ese fragmento temporal la alegría se derramó, y el ambiente sólo observador se quebró, y la interacción fluyó a modo de happening, y los falsos finales se sucedieron, y vuelta a empezar, y así hasta el final definitivo, que duró nueve minutos de fiesta prolongada, ahí es nada, hasta dejar al benjamín baterista marcando el ritmo en solitario ante el millar de personas a las que entre los cinco afrojazzmen habían infiltrado el ritmo en la sangre. Al salir de la carpa nos cruzamos con la dulce Marian, baterista emergente, y confesó: «Me ha dado mucha energía. Cuando me meta en la cama me va a costar dormir porque voy a estar llevando el ritmo con la mano».

ÓSCAR CUBILLO

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