The Hellacopters: En lo de Metallica en San Mamés

The Hellacopters en acción; más de 50 chavales curraban en la barra de abajo (imagen de móvil: O.C.E.).

CAL: *

Domingo 3 de julio de 2022, Bilbao, Estadio San Mamés, puertas 15 h, precio desde 79 € (más 10,50 de gastos) hasta 245 € (más 32,50 de gastos de gestión).

El primer horario: se cayeron The Regrettes (sustituidos por Coyote & Tornado) y Weezer (suspensión anunciado con el acto empezado).

Accidentados prolegómenos (con amenaza de suspensión por covid) y desarrollo (se cayeron dos grupos del cartel, anunciándose la baja de Weezer con los conciertos empezados) del falso festival de una jornada encabezado por unos Metallica a los que no pude ver.

No se agotaron las entradas pero hubo más de 40.000 almas.

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Bastante gafe resultó el denominado ‘Bilbao Bizkaia Rock Day’, un trasunto de festival subvencionado por el ayuntamiento y la diputación que en realidad no pasó de ser un macroconcierto de los afamados Metallica con una ristra de teloneros que poco tenían que ver con su estilo agresivo. ¿Alguien se refirió a este evento como ‘Rock Day’? No. Y fue gafe debido a diversas razones: por la incertidumbre que se generó cuando en la misma semana Metallica suspendieron un concierto en Suiza por el covid; porque días antes se cayó de la plancha quíntuple el grupo californiano The Regrettes también alegando covid (le sustituyeron los donostiarras Niña Coyote eta Chico Tornado, lo cual aumentó mi interés); y, para más inri, para más gafe, se anunció, ¡con el evento ya comenzado, con parte de la gente dentro del estadio de San Mamés!, que los segundos cabezas de cartel, los poperos antaño superventas Weezer, no actuarían en teoría porque se les estropeó el avión. Una suspensión in extremis que apenas importó al gran público, pues no protestó y así se demostró que la inmensa mayoría había acudido atraída por Metallica, a los que yo no pude ver por deberes profesionales. 

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Salto de Koldo Soret, el Chico Tornado, ex Surfin’ Kaos (foto: Facebook del grupo).

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4 pm: Niña Coyote eta Chico Tornado abriendo fuego en San Mamés (CAL: *)

El dúo donostiarra atronó en un estadio casi vacío donde pudo usar potencia sónica y las pantallas de vídeo 

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De rebote, el presentado como festival de una jornada y bautizado ‘Bilbao Bizkaia Rock Day’, del cual sólo se ha hablado de él refiriéndose a ‘el concierto de Metallica’, pudo hace dos domingos ofrecer un grupo vasco: el dúo guipuzcoano Niña Coyote eta Chico Tornado, que encima canta en euskera. Su nombre se coló en el cartel in extremis, debido a la suspensión por covid de la actuación grupo anunciado, The Regrettes, un cuarteto femenino popero formado en Los Ángeles en 2015.

Como era demasiado temprano muy poca gente hubo ante la pareja, menos de 2.000 almas, con cientos diseminadas por las gradas. Hum, probablemente menos hubiera habido ante las guiris. Desde el palco de prensa conté a los chavales que estaban currando en una de las dos barras laterales del estadio y había 53. El caso es que Niña Coyote eta Chico Tornado (San Sebastián, 2012), o sea la baterista Úrsula Strong y el guitarrista y vocalista Koldo Soret, en 43 minutos tocaron una docena de temas que, empero su fórmula minimalista, no se tornaron demasiado reiterativos al alternar instrumentales de veta ora stoner ora ácida, blues marcial, boogie filometalero y rock en euskera que llegaba a dar la mano al descaro de Danko Jones, más la versión monolítica del ‘I wanna be your dog’ de los Stooges.

La NIña Coyote, o sea la baterista Úrsula Strong (foto: Carlos García Azpiazu).

Microscópicos en el inmenso escenario, Coyote y Tornado colgaron en el escenario una pancarta con su nombre y abrieron plaza agraciados por el poderío sónico (a pesar de su calidad de teloneros no les limitaron el volumen). Además se tornaron visibles gracias a que las dos inmensas pantallas laterales funcionaron también con ellos, quienes lógicamente se mostraron contentos y agradecidos por estar ahí, como espetó Koldo Soret en el epílogo de su memorable, para ellos y para la mayoría de los espectadores, intervención: «Eskerrik asko. Gora Euskal Herria! Aúpa Bilbo. Egurra!», jaleó.

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Así se anunció la caída del cartel de Weezer y el nuevo horario (foto: Facebook).

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5.36 pm: Nothing But Thieves salen con retraso (CAL: -)

Tras anunciarse que Weezer no actuarían por ‘problemas con su viaje’, el quinteto alternativo inglés rellenó el tiempo durante mucho menos de una hora

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Acumulando un retraso impropio de un festival serio, sin que el público se enfadara cuando se anunció por las pantallas que Weezer, el segundo grupo más importante de los cinco programados, no actuaría en San Mamés por problemas en su avión y que no les daría tiempo de llegar a Bilbao, y tras probar sonido sus pipas delante de la gente, a las 5.36 (la hora prevista inicial era las 5 en punto) se oyeron las fanfarrias que anunciaban la salida al gran escenario de Nothing But Thieves, quinteto de rock alternativo forjado en Southend-on-Sea, Essex, Inglaterra, en 2012. 

Ante ellos aún no había mucha gente: ¿el 12 % del aforo? Y en las gradas la peña se resistía a entrar y a sentarse en sus butacas, entre otras razones por lo temprano de la hora, porque los tragos (el bebercio) son más baratos fuera de San Mamés (Pozas estaba lleno de fans de Metallica, me contaron), y porque el común del público festivalero no pretende tirarse ocho horas inmovilizado y sentado en la grada o en pie en la pista: y es que, si se salía de San Mamés, no se podía volver a entrar. Además muchos todavía no entrarían por la amenaza de lluvia y quizá también porque ya se había corrido por los wasaps la noticia de que Weezer no actuarían (hubo quien devolvió su entrada por ese motivo, aunque tal posibilidad sólo se propuso en redes y pocos se enteraron).

Conor Mason, el cantante de Nada Más Que Ladrones, (foto: Carlos García Azpiazu).

Nada Más Que Ladrones, los segundos actuantes, cinco joveznos arremolinados en el centro del inmenso tablado y que parecían llenarlo menos que el dúo Coyote y Tornado, revelando poco glamour en las pantallas gigantes y atronando también (el bajo retumbaba y veces la caja del estupendo baterista rebotaba por el eco en la grada del fondo opuesto, ¡como en el Euskalduna cuando se pasan con el volumen!), proyectaron 9 o 10 canciones en 44 minutos que se hicieron escasos a tenor de la baja de Weezer.

Atronadores y postmodernistas arrancaron con ‘Futureproof’, su ‘Is Everybody Going Crazy?’ pareció blues futurista como podría facturar Harry Styles, ‘I Was Just a Kid’ sonó bastante a Muse, en ‘Trip Switch’ el riff guitarrero remitió a Rage Against The Machine, ‘Sorry’ fue un lamento explícito más que idiosincrático, y se despidieron con su mejor canción, al menos ese domingo, la muy pop ‘Amsterdam’, colofón de un concierto como de relleno y que ellos no parecieron disfrutar, al menos su cantante por el careto que se le veía en las pantallas.

Acabaron y faltaban 70 minutos hasta el siguiente bolo, el de los suecos Hellacopters. ¿Qué haría la gente dentro? Porque no se podía salir del estadio, ya saben. Bueno, se podía, pero quien saliese no podría volver a entrar.

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Nicke Andersson, alias Nicke Hellacopter, el capitán de la banda (foto: Carlos García Azpiazu).

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7.30 pm: The Hellacopters prendiendo la llama en San Mamés (CAL: *)

Perjudicados por el sonido saturado y beneficiados por la pista llena de gente, los suecos generaron ambiente de gran concierto por primera vez el domingo de Metallica

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Retrasada una hora su actuación debido a la baja in extremis de Weezer, a las 7.30 en punto llegó el turno en San Mamés del grupo que espiritual y estilísticamente más tenía en común con el gran cabeza de cartel, con Metallica. Se trataba de The Hellacopters, gran banda formada en Estocolmo, Suecia, y con de momento dos etapas de vida: 1994-2008, cuando tiraron la toalla por no poder cumplir sus ambiciones comerciales, y desde 2016 hasta ahora.

Su inmenso ego se sentiría satisfecho al ver la pista llena de gente, unas 15.000 almas leí por ahí (las gradas aún estaban bastante despobladas, con el público bebiendo fuera y esperando a entrar cuando salieran Metallica), y The Hellacopters (bonito nombre: hell es infierno y helicóptero es una palabra internacional, y ahí al fondo del escenario estuvo la pancarta flamígera para que no se nos olvidara) arbitraron un bolo intenso de 17 canciones en 78 minutos, un show abierto y cerrado por el ruido del rotor de helicópteros, un bolo que arrancó con sonido guarro (no se entendían las letras), que por el ecuador se aclaró, y que cuando el quinteto parecía amuermarse dio un fogonazo mediante su tridente postrero, un concierto siempre pilotado, capitaneado por su chulo líder, el de la gorra militarota, el guitarrista y cantante Nicke Andersson, alias Nicke Hellacopter, que sabedor de dónde estaba a veces agradecía diciendo eskerrik asko.

Dregen Hellacopter, un tipo majo (foto: Carlos García Azpiazu).

Con el quinteto dispuesto en dos líneas, detrás el baterista y el teclista y delante los tres mástiles, con el copter pródigo Dregen Hellacopter a la segunda guitarra y la profusión de tatuajes (éste saludó diciendo en español: «¿qué pasa, Bilbo?, ¿todo el mundo lo está pasando bien?»), los de Estocolmo dieron un concierto grande aunque estuvo perjudicado y lastrado por un sonido demasiado saturado (‘Born broke’), a veces ruidoso, con el volumen desbordado por los cuatro costados, una acústica a veces tan pésima que llegó a echar a perder canciones como ‘Reap a Hurricane’ (el corte que abre su último álbum, ‘Eyes of oblivion’, de 2022, y del que sonaron solo tres canciones) o ‘You’re nothing’.

Pero en general su actuación se percibió como algo especial, y ahí estuvo la positiva recepción de la masa de la pista, del césped cubierto de San Mamés, desde que arrancaron con el tornado ‘Hopeless Case of a Kid in Denial’. A pesar del cielo gris no llovía, no se descargó el cielo, y ellos continuaron con pop influencia fder otros de grupos escandinavos (los Sewergrooves) como ‘Carry Me Home’, sirviendo rock con empuje setentero actualizado (‘Like No Other Man’, una de las cimas de su set), saliéndose del carril, del patrón, en un blues dramático y lento como ‘So Sorry I Could Die’ (del nuevo álbum, ‘Eyes of oblivion’)…

Nicke, Dregen y el bajista Dolf DeBorst (foto: Carlos García Azpiazu).

Y cuando corrían el peligro de atascarse, durante el tridente final remontaron y apercollaron a la multitud con la saturada ‘By the Grace of God’, con la presumida ‘I’m in the Band’ que sonó a los Doobie Brothers con una indigestión de Red Bull, y con el adiós definitivo y sin bis de ‘(Gotta Get Some Action) Now!’, un tema de high energy corrosivo a lo MC5.

Y se fueron y, hala, a esperar una hora y 22 minutos hasta la salida de Metallica (dos opiniones: las de que se oyó mal y las de que se oyó bien; parece ser que dependía de la posición en el campo de fútbol, en el estadio). Bueno, yo no porque fui al metro para cubrir el quinto y último concierto del 45º getxo Jazz, el de los cubanos Gonzalo Rubalcaba & Aymée Nuviola, el contado en el post anterior.

ÓSCAR CUBILLO

Setlist The Hellacopters en San Mamés

1.- Hopeless Case of a Kid in Denial

2.- Alright Already Now

o 3.- Carry Me Home

4.- Reap a Hurricane

5.- Born Broke

o 6.- Eyes of Oblivion

* 7.- Like No Other Man

o 8.- Down on Freestreet

* 9.- Soulseller

* 10.- So Sorry I Could Die

11.- Toys and Flavors

12.- You are nothin’

13.- The Devil Stole the Beat From the Lord

14.- Puto out the fire

o 15.- By the Grace of God

* 16.- I’m in the Band

o 17.- (Gotta Get Some Action) Now!

Comments
2 Responses to “The Hellacopters: En lo de Metallica en San Mamés”
  1. Óscar cine dice:

    70/80 minutos entre concierto y concierto me parece un auténtico insulto al público.
    Tragamos absolutamente con todo …y luego nos vamos a quejar a los camareros,pero tenemos lo que nos merecemos.

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  1. […] La próxima vez que vea a los Copters que sea más cerca, pues la anterior ocasión también los vi a distancia: en San Mamés teloneando a Metallica, ante unas 15.000 personas (así lo contamos). […]



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