Ñu: Media vida sin venir por Bilbao

El incombustible líder de 69 años observando al respetable (foto: Ania López).

Viernes 17 de mayo de 2024, Bilbao, Stage Live, 21.30 h, 20 €.

CAL: **

El sexteto madrileño de rock progresivo liderado por el polémico flautista José Carlos Molina dio en una poco poblada Stage Live un muy buen concierto de la gira de su 50º aniversario.

Sus anteriores visitas fueron en 1998, 1999 y 2000.

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Los históricos y bastante olvidados Ñu (Madrid, 1974) llevaban 24 años sin venir a actuar a Bilbao, desde que en el 2000 dieran un bolo insatisfactorio, incluso para ellos, en el Bilborock (también estuvieron en 1998 en la sala Palladium, que arrancó con mucho retraso, y en 1999 en Bilborock, que tuvo hasta enfrentamiento del líder con espectadores de las primeras filas). Pues este viernes pasado, en su vuelta a la ciudad, en la Stage Live, Ñu dieron un conciertazo eléctrico de 17 temas (varios de su último disco, ‘Yo estoy vivo’, de 2023) en 98 minutos disfrutados por solamente 150 almas. Y en una ocasión soltó el líder José Carlos Molina, un madrileño de 69 años recién cumplidos, en buena forma física, con bonito chaleco y melena imposible: «Os estáis portando tan de p. madre que me da pena que el Atlético de Madrid haya quedado por delante para ir a Europa. ¡Aúpa el Bilbao! Y el Indautxu… Esto lo digo para descansar», desveló tras la novena canción, a mitad del show.

Ñu funcionaron como un grupo, no como un solista con comparsas (foto: Ania López).

Molina vino en sexteto muy fresco y profesional, desde los jóvenes hasta los veteranos, desde la violinista Sara Ember hasta los cinco tipos, o desde los flacos hasta los… melenudos. Y con semejante soporte dio un bolazo mejor en todos los aspectos a, tomen nota, Celtas Cortos, Judith Mateo y Mago de Oz. ¿Que algunas letras son de princesas, espadas y castillos, como las de ‘La danza de las mil tierras’ y ‘Sé quién’, que sonaron este viernes? Bueno, pero la calidad de su folk metal y de su rock progresivo bien asimilado y vigente -más que resistente- tantas décadas después de la transición hace pensar, sentir y hasta lamentar que 150 espectadores (mayoría de heavies) son pocos para tamaña propuesta, que sonó muy original, que no abusó de la flauta (todos los solos estuvieron bien metidos y medidos, y además en muchas canciones tocó la guitarra acústica y en otras solo cantó) y que exhibió más influjo de Deep Purple que de esos Jethro Tull con los que tanto les comparan (y eso que al final del final, cuando se marchaban sus músicos de la escena, Molina hizo un solo de flauta y como último movimiento imitó la pose de Ian Anderson apoyado en una pierna y soltó una risa sarcástica).

Duelo de solos entre Sara Ember (Last Days Of Eden) y Víctor Manuel Arias (Niágara, Muro, Bella Bestia, Panzer…) (foto: Ania López).

Desde el primer momento se notó el alto nivel de lo que vendría y Molina se dedicó sobre todo a la música, no a alimentar su leyenda de polémico bocachanclas, aunque al presentar un tema (‘Animales sueltos’) aseguró que ese disco lo grabaron porque el sello discográfico quería enjuagar impuestos por los ingresos obtenidos gracias a Camela. Y en su primer parlamento planteó al público José Carlos ‘eres el mejor’, como le espetó uno, y ‘ya lo sé’, contestó modesto:

– ¿Os persigue Hacienda?

– Siiii…

– ¿Os persigue la Policía?

– Noooooo…

– ¿A alguno le ha echado la mujer de casa?

– … (aquí la peña no se aclaró y enmudeció)

– ¿Habéis bebido lo bastante?

– Nooooo…

– Pues entonces vamos bien…

Y presentó la canción ‘Más duro que nunca’, muy coreada y contenedora del único lapso populista del repertorio, un muy bien recibido cachito de gritar coritos. Ah, y en el instrumental ‘En ruta’ no participó un Molina que en general entraba y salía del escenario con más asiduidad que antaño Raphael.

El baterista Óscar Perez, en Ars Amandi y más (foto: Ania López).

Lo dicho, el bolo fue de altura y empezó con la gente coreando en ‘Trovador de ciudad’ (se supone que esta canción encantará a Celtas Cortos), la progresividad se derramó por ‘Manicomio’, el peso de Deep Purple no sólo a través de los teclados recayó en ‘Cabalgando entre los muertos’, y en un rock a lo Miguel Ríos se me ocurrió que estos Ñu podrían ser contratados en el Azkena Rock Festival 2025 (o este años si hay una baja).

Y ya por no hacer bola con la crítica señalemos que hubo un instrumental zíngaro, más progresividad y más folk metal, algún solo muy Ara Malikian aportado por la violinista Sara, el influjo de Black Sabbath en ‘No hay ningún loco’, la historieta narrativa de ‘Tocaba correr’ (¿un poco sabiniana o joaquinesca?), pináculos de buen rock celta como ‘La granja del loco’ (mejor que Mago de Oz, y no lo señalo por desmerecer a la banda del vizcaíno Txus di Fellatio), una estupenda versión de ‘El tren’ de Leño (recordemos que Rosendo figuró en una de las primeras alineaciones de Ñu) y la fiesta de la banda compacta en ‘El flautista’, la última antes del bis rascado por la instancia del respetable.

Saludos finales de César ‘Eldorado’ Sánchez (bajo), Sara Ember (violín), Óscar Pérez (batería), José Carlos Molina (voz, flauta, guitarra), Manuel Arias (guitarra) y Juan Miguel Rodríguez (teclados) (foto: Ania López).

Acabó el concierto y se lamentó El Dandy. «No han tocao ‘Ella’, cagüendiez…». No, y también se dejaron en el tintero otras consignadas en el setlist, como ‘Imperio de paletos’, un tema muy blues.

ÓSCAR CUBILLO

Foto final (foto: Ania López).

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