Rammstein: Su 30º cumpleaños en San Sebastián

Rammstein regresando al escenario Mad Max en tres zodiacs (foto: Lidia Iron).

Miércoles 5 de junio de 2024, San Sebastián, Estadio Anoeta, puertas 18 h, show 21.45 h, entradas de 62 a 150 €.

CAL: *

El sexteto de metal industrial alemán está celebrando su 30º aniversario con el ‘Europe Stadium Tour 2024’, y en Anoeta congregó a 37.000 espectadores, la mayoría de fuera de Gipuzkoa.

«Prohibido el acceso a menores de 6 años», avisaban al comprar las entradas.

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EL EUROTOUR

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La sensación más irreal, de película, que he vivido en un concierto tuvo lugar en 2010 en la cima del monte Kobetas, en el festival BBK Live. Actuaban los alemanes Rammstein con su pirotecnia habitual, con sus lanzallamas y chispazos industriales. Yo estaba situado a la derecha de la mesa de luces y sonido, un poco adelantado. Y de repente, una explosión sorda, la caricia o más bien el lametón en la piel de un calor que borró el frescor de la noche, y adelantando por la izquierda vi pasar una gigantesca bola de fuego que enfilaba el escenario majestuosa, redonda y a cámara lenta, como si fuese un asalto final de ‘La guerra de las galaxias’. Pero, milagro, la bola infernal se disolvió justo delante de los teutones actuantes como una pompa de jabón. Impresionante, sí.

Los coriáceos y flamígeros germanos, famosos mundialmente y cantando en alemán, están inmersos en su ‘Rammstein Europe Stadium Tour 2024’, con sólo dos escalas en España: la de San Sebastián el miércoles 5 de junio y, tras una incursión en las Galias (Marsella el 8), ayer martes 11 de junio pararon con su forja ambulante en el Estadio Olímpico de Barcelona. Se trata de un eurotour mediante el cual los ásperos berlineses celebrarán su 30º aniversario entre el 9 de mayo y el 31 de julio, y que pasará por los siguientes países: República Checa (tres fechas en Praga), Alemania (cuatro en Dresde, luego tres en Frankfurt, más tarde otras cinco en Gelsenkirchen, éstas para terminar el eurotour), Serbia (dos días seguidos en Belgrado), Grecia, España (dos ciudades: San Sebastián y Barcelona), Francia (otras dos: Marsella y Lyon), Países Bajos (dos noches en Nimega), Irlanda, Bélgica (dos noches en Ostende), Dinamarca, Austria (dos veladas en Klagenfurt), e Italia.

El baterista en Atenas, la escala anterior a San Sebastián (foto: Facebook Rammstein).

«El humo que sale de los estadios en los que tocan se puede ver a kilómetros a la redonda», asegura la organización sobre unos conciertos de dos horas y cuarto para 21 temas proyectados desde un escenario-plataforma muy ‘Mad Max’, con más humo y fuego que pantallas gigantes. El repertorio está armado con sus grandes éxitos (‘Du hast’ y ‘Sonne’ para cerrar en falso, también ‘Deutschland’, ‘Ich will’, ‘Pussy’…), con dos bises y con sólo dos cortes de su octavo y último álbum, ‘Zeit’ (Universal, 2022), que son el titular ‘Zeit’ y la última canción que suena en estos conciertos por estadios: ‘Adieu’.

ÓSCAR CUBILLO

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EL SHOW DE SAN SEBASTIÁN

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En la escala vasca de la gira de su 30º aniversario, el veterano sexteto teutón provocó explosiones de todo tipo, disparó lanzallamas, generó humaredas y acabó autodestruyéndose a la vista de las 37.000 almas que llenaron el estadio.

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Till Lindemann, de 61 años, abriendo el segundo bis con la canción ‘Rammstein’, convertido en un pavo real flamígero (foto: Félix Morquecho / Diario Vasco).

El concierto de Rammstein en San Sebastián, que reunió a 37.000 aficionados en su mayoría llegados de fuera de la ciudad y muchos del extranjero, congestionó los accesos desde horas antes del inicio del show y saturó la salida, la evacuación del mismo al acabar éste, y es que los autobuses dispuestos no dieron de sí lo prometido: más de una hora de espera para tomar uno y llegar al parking disuasorio, o sea un atasco como los de hace años en hora punta en el BBK Live.

Estos detalles, que se olvidarán con el tiempo como lágrimas en la lluvia, fueron fruto no deseado del éxito de un macroconcierto (¡1.350 toneladas de montaje!, ¡mil litros de combustible quemado!) que dejó a la mayoría de los presentes encantados. La masa, que había pagado mucho por las entradas (92 euros en pista, la novia de Azpiazu pagó 140 eurazos en grada y le pareció barato una vez acabado el espectáculo pirotécnico) y por consumir (una cerveza 7 euros, ¡más dos del vaso!), se sabía el repertorio y la duración (21 canciones en dos horas y cuarto con pregrabados a tutiplén), y hasta mucho de lo que sucedería, pues en YouTube se puede ver algún concierto entero de esta gira que, entre el 9 de mayo y el 31 de julio, celebrará su 30º aniversario durante un itinerario multinacional llamado ‘Rammstein Europe Stadium Tour 2024’. Pero bueno, en los vídeos no se nota el calor de las hogueras, ni se percibe el olor a pólvora, ni te asustan las explosiones sorpresivas.

Un tinglado claramente industrial (foto: Lidia Iron).

Indudablemente en los berlineses Rammstein, llegados a San Sebastián desde Atenas, más que la música, en su caso metalera, marcial e industrial, y muy, muy repetitiva, atrae el espectáculo visual, la fascinación por el fuego (quizá menos protagonista que en giras anteriores), y el circo del rock más grande jamás montado (centenares de trabajadores, diez autobuses aparcados en el exterior del estadio, ¡un trailer sólo para el puesto de venta de merchandising oficial!).

Los seis miembros del grupo teutón aparecieron en escena bajando juntos por un montacargas, se distribuyeron por un escenario gigantesco y post-apocalíptico que podría servir como fortaleza-refinería en la última película de Mad Max, y pumba, un susto en la primera canción (‘Ramm 4’, muy gótica), con la primera explosión por sorpresa (un susto nada más arrancar, igual que en el concierto de Raphael de hacía tres semanas en el Kursaal; así lo contamos).

Till Lindemann vestido de cuero ignífugo (foto: Facebook Rammstein).

Al acabar ese primer tema olía a pólvora, el humo había invadido la pista y, como no tardó en hacerse de noche, no se podría certificar otra promesa de esta gira del 30ª aniversario: la de que el humo se vería a kilómetros de distancia. Los focos parpadeaban a grandes flashes (‘Keine Lust‘, con espasmos operísticos), la pirotecnia exhalaba chispazos (‘Sehnsucht’, un rock con arreglos exóticos), la seguridad privada se llevaba de malas maneras a espectadores en imágenes distópicas propias de una película de Álex de la Iglesia (la razón más plausible de tales expulsiones fue que esas muchas personas habían saltado la valla hasta la zona VIP sin tener la entrada correspondiente), en un lateral un lanzallamas situado detrás de un ventilador le escupía fuego y este salía convertido en humo por delante (‘Asche zu Asche’), y en la pequeña pantalla lateral (yo estaba ubicado en la grada lateral, casi en línea con el escenario) se vio al cantante teatral Till Lindemann, de 61 años, evolucionar con una cámara subjetiva simulando la visión de un bebé que al final de la canción arde dentro de su carrito y una explosión más expulsa sus cenizas en forma de confeti (‘Puppe’; aquí en la zona VIP ya había unos 10 ertzainas uniformados alineados, pero más bien viendo el show que actuando).

Momento Kfartwerk en el remix de ‘Deutschland’ (foto: Facebook Rammstein).

Esa sin duda fue la imagen más tremendista de un show que a veces iluminaba todo el estadio, incluso las gradas ocupadas hasta la última fila, de un único color: ora verde, ora rojo, ora blanco… Uno de los mejores temas fue el industrial-operístico ‘Wiener Blut’, y el número visual más curioso fue cuando varios de Rammstein se vistieron con trajes luminosos para bailar como sus antecesores teutones de Kraftwerk (‘Deutschland’, pero sólo en su primera parte, el remix culminado con bengalas en las manos). El guiño más cruelmente humorístico de la velada fue cuando el cantante disparó repetidamente y sañudo con el lanzallamas contra el teclista caminante, Christian Lorenz, de 57 años, escondido esta vez dentro de una caldera en mitad de la escena (‘Mein Teil’, más ópera rock). Y cuando las 37.000 almas más se agitaron fue durante ‘Du hast’, con sus llamaradas recurrentes y con miles de espectadores puestos en pie en las gradas de la emoción.

El cantante Till Lindemann al lanzallamas y el teclista Christian Lorenz dentro del caldero de Pedro Botero en ‘Mein Teil’ (foto: Lidia Iron).

Las tres columnas de metal levantadas al final del estadio Anoeta se convertían en antorchas que irradiaban calor por doquier (‘Sonne’), y al acabar en falso el cantante dijo «de puta madre», saludaron los seis actuantes, hicieron mutis y, mientras las cámaras enfocaban al público de cerca como en un bolo de AC/DC, esperamos a los bises (se conocía el setlist, ya les hemos dicho), que comenzaron con el público iluminando la atmósfera con las linternas de sus móviles y con la banda cantando ‘Engel’ desde un escenario secundario situado en el centro del césped, al que accedieron atravesando a pie la masa humana escoltados por decenas de sus trabajadores como si fueran legionario romanos, y al que abandonaron para regresar al escenario en tres zodiacs que navegaron sobre las cabezas de la masa, que sostenía los botes con sus manos alzadas.

Las tres columnas del fondo emitiendo llamaradas (imagen de móvil: O.C.E.).

Según pasaba el tiempo cada vez se sentía más luz en el escenario (en el dance rock de ‘Ausländer’, en el rock industrial ‘Du riechst so gut’, con chispas y todo el estadio iluminado de blanco), y en ‘Pussy’ Till Lindemann acabó sentándose a horcajadas en un cañón fálico que acabó eyaculando confeti y parece que espuma por las primeras filas y más allá. Y en las tres últimas canciones, cuando estaba previsto que entraran los fotógrafos para ilustrar esos momentos, Rammstein encendieron la traca final, con hasta seis explosiones estremecedoras en ‘Ich will’, y ya en el segundo bis, las llamas en la espalda del cantante abriéndose como las plumas de un pavo real en ‘Rammstein’ (y en la misma canción con los mástiles de las guitarras convirtiéndose en lanzallamas y con el público de la pista ondeando los brazos a la orden del cantante, que había dicho en español: «¡levanten las manos!»), y el adiós con ‘Adieu’ y una gran explosión simultánea de confeti blanco desde el escenario y desde el fondo del campo, un confeti tan denso que pareció que nos invadía una plaga de langostas.

El sexteto al final del show (foto: Carlos García Azpiazu).

Acabó el show, los seis protagonistas saludaron rodilla en tierra, agradeció el cantante Till Lindemann diciendo «San Sebastián, eskerrik asko, muchísimas gracias, thank you very much…», y se retiraron. Y montaron en el montacargas, y subieron por él mientras sonaba música de fondo, y al llegar a lo más alto, ¡otra explosión acabó con ellos seis! ¡Se autodestruyeron! O quizá fue un truco, porque Rammstein tenían su próximo show tres días después en Francia, ese sábado en Marsella.

ÓSCAR CUBILLO

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Set Rammstein 30º aniversario San Sebastián

1.- Ramm 4

o 2.- Links 2-3-4

3.- Keine Lust

4.- Sehnsucht

o 5.- Asche zu Asche

6.- Mein Herz brennt

7.- Puppe

* 8.- Wiener Blut

9.- Zeit

* 10.- Remix + Deutschland

o 11.- Radio

o 12.- Mein Teil

o 13.- Du hast

14.- Sonne

BIS 1

15.- Engel

16.- Ausländer

17.- Du riechst so gut

18.- Pussy

* 19.- Ich will

BIS 2

20.- Rammstein

o 21.- Adieu

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Comments
One Response to “Rammstein: Su 30º cumpleaños en San Sebastián”
  1. Oscar Cine dice:

    les vi hace exactamente 13 años en kobetas,donde lo pasé muy bien.Marciales,apisonadores,efectistas(para bien).He visto una veintena de fotos de Donosti y un vídeo de unos 5 minutos ..y siguen haciendo lo mismo.clavao.cero evolución.Q guay,es un circo de nivel..pr para una vez.Por cierto,en 2011 el precio era de 50€ SIN gastos de emision,xq aun no existían.y te podías poner en fila 1 porque tampoco existía división alguna.

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