Yo La Tengo: Recursos limitados, inanidad y mal día

James McNew (el bajista, el mejor), Georgia Hubley (batería, que tuvo mal la garganta) e Ira Kaplan (guitarras) (imagen de móvil: Jorge Díaz).

Miércoles 3 de mayo de 2023, Bolueta / Bilbao, Santana 27, 20 h, 31,5 €.

CAL: –

El trío de Hoboken reunió a mil almas en la Santana 27, donde dio un bolo en dos partes: la primera una pérdida de tiempo llena de afectación, y la segunda presuntuosa y amanerada aunque resultona.

Sus fans salieron encantados a pesar de reconocer que no fue su mejor noche y que la baterista y cantante estaba mal de la garganta.

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El miércoles pasado hizo mucho calor (36 grados marcaba algún termómetro del camino) y una buena entrada de poco más de mil almas (mil de pago más los invitados) hubo el miércoles en la Sala Santana 27 para atestiguar el periplo español (Madrid, Barcelona y Bilbao) del trío de indie-pop asentado en los 90s Yo La Tengo (Hoboken, Nueva Jersey, 1984; ¡Hoboken es el mismo pueblo de Frank Sinatra!), completado por el matrimonio formado por Ira Kaplan (voces, guitarras…) y Georgia Hubley (voces, batería…), más el soporte del mejor músico de los tres, James McNew (bajo, voces, teclados…; les acompaña desde 1992).

Los yanquis veteranos vinieron divulgando su nuevo álbum, ‘This Stupid World’ (2023), y dieron un concierto de 22 temas en dos horas y media (151 minutos exactamente, arrancados con 12 de demora), contabilizando el descanso de 21 minutos antes del cual hicieron mutis muy maleducadamente, saliendo de prisa del tablado, como si fueran ladrones, y sin avisar del receso (hay quien asegura que dijeron ‘fifteen minutes’, pero yo estoy siempre pendiente de lo que se dice entre canción y canción y ni me enteré). Encima los técnicos se pusieron a manipular por el escenario y parecía que había sucedido algo. Pero bueno, su público predispuesto a que nada, ni siquiera la realidad, las chafara el reencuentro con uno de los grupos más sobrevalorados del indie-rock, ya estaba avisado de que habría dos partes y también se había enterado de que el concierto se había adelantado una hora, de las 9 de la noche a las 8 de la tarde (menos mal, pues con el primer horario la cita acabaría cuando el metro ya habría cerrado). El caso es que dos horas y media es una pedantería excesiva: si hicieran conciertos de hora y media, u hora y cuarto, lo que duró la segunda parte con el bis, dejarían mejor sabor de boca.

Miren esto que leímos por la mañana en el Facebook de un fan local de Yo La Tengo: «Será -como acostumbran- un evento largo, de unas dos horas de duración, y estilísticamente muy variado (melodía y distorsión ruidosa, armonías y experimental, voces preciosas susurrantes y guitarreos enloquecidos)». Pues sí. La primera parte fue fútil, afectada, con poca distorsión y volumen, con unas capacidades técnicas tan limitadas como se le supone al indie pop. Durante las nueve primeras canciones, con los tres miembros alternándose al micrófono, ondeó la psicodelia, lo óptimo llegó flotante a lo The National (el segundo tema, el mejor de esta parte), obviamente se percibió la palpitación de la Velvet Underground, ellos abundaron en los lentos frágiles y sí, susurrantes y un tanto infantiles (que chocan con su avanzada edad), una vez su country onírico se vinculó a Leonard Cohen, en un par de ocasiones la guitarra surfera remitió a los Pixies, y al final se relajaron exangües a lo Mazzy Star.

Ira Kaplan en su momento de cercanía con su público (móvil: Carlos Benito).

La segunda parte

Una parte muy floja y lo demuestra el hecho de que por el fondo de la Santana 27 la gente no paraba de hablar y por delante chistaban para que se hiciera el silencio. Muchos de los fans ya habían anticipado que el largo preludio sería así de rollo (me lo dijeron en la cola), y quizá por eso para la segunda parte se vinieron muchos espectadores más adelante y se apretaron las filas. Estuvo mucho mejor la continuación, aunque ellos tres nunca sonrieron, nunca parecieron disfrutar con sus caras de palo, no dejaron de tocar como si estuvieran por encima de su público y del bien y del mal, y pensando que son unos artistas (igual que piensan los raperos, las del urban, los de la electrónica…).

Hubo bastantes canciones destacables entre las 13 de esta segunda parte más el bis. Aun con los mismos recursos técnicos limitados propios del indie pop (mantos de distorsión y de ruido, escalas facilonas de la guitarra, unos punteos tan precarios que los ve/oye Otis Rush y se muere de risa…), durante este reinicio o prolongación plena de impostación se pudo conectar con guitarras a lo Neil Young y Neu!, punteos puro Dream Syndicate, mucha reverberación velvetiana y un par de efervescentes momentos noise tipo Sonic Youth, rock ora a lo Iggy Pop ora en plan los Ramones del ‘Animal boy’ (en el bis la versión de los Circle Jerks ‘Live fast, die young’, cantada por el bajista, lo óptimo de las dos horas y media), un par de canciones melódicas muy Teenage Fanclub y otra de pop a lo Belle & Sebastian, un par de paripés de Ira Kaplan con la guitarra (parecía que la iba a maltratar pero se le notó que no lo haría al muy mal actor, y luego la mayor vacuidad fue cuando Ira pasó la guitarra al público y la primera fila la trasladó hacia un lateral sin tocarla), y el final definitivo con una canción de catecismo o hippie, susurrada otra vez (me comentan por Facebook que fue ‘You can have it all’ de George McRae, muy cambiada respecto al original, un soul a medio gas danzón deslizante).

Yo La Tengo cambian mucho de repertorio en cada concierto, lo cual al principio me pareció bien, pero tras pensarlo he concluido que mejor tocasen siempre las mismas menos canciones pero con más vigor y precisión, dados los recursos limitados como instrumentistas del matrimonio líder (salvemos al bajista).

Pero lo dicho: se saltan la primera parte, y habría estado mucho mejor.

ÓSCAR CUBILLO

Comments
One Response to “Yo La Tengo: Recursos limitados, inanidad y mal día”
  1. Óscar cine dice:

    Banda sobrevaloradisima.

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