CINE: ‘The beast’: La presencia amenazante (+ ‘Casa de tolerancia’)

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Texto por GERARDO CREMER

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Estreno en España: 27 de marzo de 2024

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Director: Bertrand Bonello (Niza, Francia, 1968)

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Calificación: 3 estrellas de 5

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Tráiler de ‘The beast:

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EL CINE EXTREMO FRANCÉS

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En Francia, tras la ‘nouvelle vague’, a comienzos del siglo XXI volvió a surgir un movimiento cinematográfico de gran interés: el ‘New French Extremity’. No fue un manifiesto en sí, no fue parte de un proyecto creado como reflexión social de un grupo de cineasta, sino fue, más bien, una coincidencia de intereses, cuyo único punto en común fue el origen francés del proyecto. Podrían establecerse tres grupos diferentes en este ‘cine extremo’:

1)      El que busca la controversia crítica, la desestabilización de conceptos morales y culturales que se entienden asentados en la sociedad francesa (y por extensión, la europea). Una reflexión que torpedea los fundamentos de la sociedad occidental. En este grupo pueden situarse Gaspar Noé (‘Irreversible’, 2002), Christophe Honoré (‘Mi madre’, 2004), Claire Denis (‘Trouble every day’, 2001), Bruno Dumont (‘Hadewijch’, 2009) y el mismo Bertrand Bonello (‘Le pornographe’, 2001).

2)      El que busca desafiar los límites del propio cuerpo, a través de trasgresiones corporales, rompiendo los límites de la intimidad y la integridad. Violencia hacia los cuerpos, sexo explícito, autolesiones, transformaciones y mutaciones. Una forma de entenderse a uno mismo desafiando los límites impuestos por nuestra propia piel. En este grupo pueden situarse Pascal Laugier (‘Martyrs’,2008) o Julia Ducournau (‘Titane’, 2021).

3)      El que no busca tanto la reflexión sino el impacto visual sobre el espectador, perturbar a través del extremismo violento, físico y sexual de las imágenes. Películas como ‘Baise-Moi’ (2000) de Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi, o ‘Haute tensión’ (2003) de Alexandre Aja son ejemplo de esta tendencia.

En este terreno del extremismo, Bertrand Bonello (Niza, 1968) ha mantenido, prácticamente en la totalidad de su carrera, su función desestabilizante, tanto en temáticas tratadas como en la forma visual y narrativa de sus películas. Lo primero que hay que decir de su cine es que sus películas no son complacientes con su público (salvo quizá, en la belleza de ‘Casa de tolerancia (L´Apollonide)’, 2011), y hablo de un público especializado, acostumbrado a un cine de autor: la desestabilización también se fundamenta en romper arquetipos, formulismos establecidos en la mente de los espectadores.

Bonello se caracteriza por su capacidad reflexiva como cineasta al adoptar y transformar ideas de las creaciones de otros grandes directores (Hitchcock, Fassbinder, Pasolini) en sus propias películas. También Bonello desafía (nos desafía) constantemente, no se repite, cambia de géneros y de épocas, rompe con conceptos narrativos en la sucesión de acontecimientos, en la forma de exponer las imágenes, a veces toscas, filmadas como cine amateur, y otras estilizadas como cuadros pictóricos.

Enfocándonos en dos ejemplos de su cine, en este post comentamos ‘Casa de tolerancia’ y ‘The beast’, su última película: la primera sujeta al contraste entre la belleza de la imagen y la violencia de lo subterráneo en una casa de prostitución; la segunda rupturista con los modelos narrativos, estableciendo tres historias en una con una variedad estilística que deja desconcertado al espectador.

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‘CASA DE TOLERANCIA (L´APOLLONIDE)’ (2011)

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Trailer VOSE:

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‘L´Apollonide’ es un film de contrastes, marcado por su calma trágica, rítmica como la música, donde el escenario de comienzos del siglo XX (una casa de prostitución que da nombre a la película) se convierte en protagonista absoluto: escenario y vestuario (desarrollados con un detallismo exhaustivo) buscan su referencia en el cine de Max Ophüls (‘Le plaisir’, 1952). Si la base escénica no deja lugar a dudas, también lo es la estructura del film que impone Bertrand Bonello, con un montaje encadenado, donde el tiempo fluye en su interior sosegadamente, entre el salón principal donde se reúnen las prostitutas y los clientes, las habitaciones donde se practica el sexo y las habitaciones donde residen las jóvenes. Se nos está presentando un sistema social en proceso de desaparición. Quizá por ello las prostitutas no ven la luz y se hallan como recluidas en un terreno propiamente apartado del tiempo y del espacio común. Su decisión de prostituirse nace de una necesidad económica, pero una vez que ellas entran en el sistema, serán sus ropas, la distinción del centro y de los clientes lo que marquen su existencia.

Con la suavidad de los movimientos de cámara, con las transiciones y elipsis empleadas, con la luz artificial que inunda el salón, en las penumbras que asolan las habitaciones y pasillos, mediante todo esto Bonello disimula ese horror que golpea a las mujeres. El hecho diferenciador se produce con esa agresión, ese corte que realiza un cliente a una prostituta rasgándole la comisura de los labios con una navaja. Los daños ocasionados reaparecen como un recuerdo en el film, como imagen terrorífica que, con su sangre, ensucia la belleza de la forma visual del film. Después la prostituta herida, con esa cicatriz horrible que caracteriza su rostro, permanecerá apartada, sobreviviendo en el local de prostitución, limpiando habitaciones y haciendo camas. Pero el recuerdo perturbador y eludido retornará de vez en cuando, en forma de imágenes, como una ola mental que pone en duda la solidez del lugar: ese estado de apariencias que disimula la suciedad con oropeles.

Bonello rompe la estructura formalista heredera de Ophüls no sólo mediante esa “imagen-ruptura” de la agresión, sino también con el uso innovador de la pantalla fraccionada (mostrando escenas de cuatro situaciones simulténeas en un mismo encuadre) y la introducción de un desajuste temporal mediante la introducción de música no diegética actual (en especial el baile con el tema ‘Noches de blanco satén’). La destrucción de una forma de vida, el final de una época se respira en la angustia de la responsable del centro (interpretada por Marie-France), verdadera promotora de la sofisticación, de las apariencias, del disimulo (ella parece el verdadero artífice de la película que hace ocultar la tragedia de la protagonista, aunque no pueda evitar el retorno de sus recuerdos). Al mismo tiempo que despide a sus hijos en la cama (viven con ella en el prostíbulo), despide a la prostituta que ha contraído gonorrea o invita a todas las chicas a pasar una tarde de campo. Bonello, finalmente, nos transporta al París actual, el de la prostitución, donde las apariencias de la sofisticación han dado paso al ocultamiento de los vicios.

GERARDO CREMER

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‘THE BEAST’ (2023)

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La última película de Bertrand Bonello es un film complejo, una adaptación del cuento de Henry James ‘La bestia en la jungla’ (se puede leer el relato completo en este PDF). La base del cuento es ese temor a que algo inasible acabe por atacarnos («Algo se ocultaba, acechándole, entre el ir y venir de los meses y los años, como una bestia agazapada en la jungla. Poco importaba si la bestia agazapada estaba destinada a matarle o a morir. El punto decisivo era el inevitable salto de la criatura»). Bonello traslada ese miedo incomprensible al mundo del cine, a través de una filmación sobre croma verde, donde la protagonista actriz, Gabrielle Monnier (Léa Seydoux), debe enfrentarse a una bestia. La secuencia pertenece a un periodo determinado, 2014, pero el film (a diferencia de los múltiples espacios proyectados en pantalla dividida en ‘Casa de tolerancia’) se desarrolla con los mismos actores (y personajes) en tiempos diferenciados: 1910, 2014 y 2044.

La constante en el film es el temor, ese miedo no solo al fracaso personal (todo el film está rodeado de un fuerte pesimismo) sino el miedo a la propia muerte violenta. Cuando el relato salta a principios del siglo XX (el periodo de Henry James), Bonello nos traslada a un Paris expuesto a las terribles inundaciones que asolaron la ciudad en 1910. Gabrielle inicia sus encuentros con Louis Lewansky (George MacKay), joven enigmático que arranca la primera conversación con ella en el mismo terreno de la memoria del cine de Alain Resnais (‘El año pasado en Marieband’, 1961): una mansión, recreada en sus pasillos, en sus salones y jardines, hablando de un pasado y de unas conversaciones, supuestamente mantenidas con anterioridad, que ella no recuerda del todo. Gabrielle se muestra indefensa ante él, como una muñeca (las muñecas, tema fundamental en el cine de Bonello, son el producto fabricado por la empresa del marido de Gabrielle) siempre expectante a la presencia de algo que la desestabilice, aunque cada vez se muestra más abierta a la intromisión personal y delicada de Louis.

La amenaza se vuelve abstracta en la casa de Gabrielle, tras hablar con su esposo sobre una posible ruptura matrimonial, en forma de un ave/bestia (como en ‘Los pájaros’, 1963, de Hitchcock) que la ataca en el salón de su casa. Pero su acercamiento a Louis, principalmente en la secuencia en la que ambos visitan la fábrica de muñecas, no resulta ser más segura.

Tras la parte de 1910 el film da un salto al futuro (o al presente de la narración), el año 2044, donde las relaciones afectivas acaban estando condicionadas por la tecnología. Su encuentro con Louis es un punto de esperanza, aunque Bonello lo disuelve al aproximarlo al pesimismo humanista del ‘Blade Runner’ (1982) de Ridley Scott.

La parte de 2014 es la más desoladora, la más próxima a nuestra época. Gabrielle es una estudiante a actriz que es atacada por un perturbado maniaco, cuya abstinencia sexual se torna en asesinato. Aquí, la presencia de la bestia está mejor encuadrada, más identificada, aunque la manera que tiene Bonello de montar las imágenes, de mezclar la grabación en mano con la filmación convencional, y de repetir el clímax narrativo en tres ocasiones, vuelve a destruir cualquier expectativa del espectador.

En ‘The beast’ el cine extremo francés se aleja de sus propias convenciones, eliminando cualquier agarradera a narrativas conocidas, perturbándonos al minar cualquier esperanza en su exagerado pesimismo, para trasladarnos, desde la abstracción, sensaciones que trastocan nuestra mirada, ya no inocente, pero si anhelante de un futuro posible.

GERARDO CREMER

Comments
2 Responses to “CINE: ‘The beast’: La presencia amenazante (+ ‘Casa de tolerancia’)”
  1. Oscar cine dice:

    Para mi tb 3/5 ⭐,salí decepcionado del cine,confusa aunque arriesgada y ambiciosa.Pero después la he repensado y no me disgustó tanto.Es un poco como un Lynch lobotomizado.Q no es Lynch pr huele y sabe a Lynch,sobre todo en el tercio final.

  2. Gerardo Cremer dice:

    Eso mismo es lo que me pasó a mi. Te dices, vaya caos de pelicula, pero luego reflexionas y no está tan mal

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