Manuel Carrasco: «Estoy cosechando lo que he ido sembrando» (+ entrevista)

Los móviles encendidos a petición del artista en ‘No dejes de soñar’ (imagen de móvil: O.C.E.).

Los móviles encendidos a petición del artista en ‘No dejes de soñar’ (imagen de móvil: O.C.E.).

Sábado 28 de mayo de 2016, Bilbao, Palacio Euskalduna, 20.30 h, entradas de 28 a 50 €.

Con más de una semana de antelación agotó todo el papel en el Palacio Euskalduna (2.164 butacas, las más caras a 50 eurazos) el cantautor pop onubense Manuel Carrasco, ex OT (no sé por qué lo decimos aún a estas alturas) e ídolo de las nenas, que no dejaron de gritarle ‘guapo’ entre otras lindezas tipo ‘máquina’ o ‘eres un fenómeno’ (vaya, esto lo soltó un tío, seamos exactos). Pues el bueno de Manu llegó el sábado a Bilbao con la gira de su disco ‘Bailar el viento’ (triple platino, más de 90.000 copias y aún arriba en las listas en junio; hace una década habría vendido un millón de copias), con la que está llenando teatros, plazas de toros, polideportivos… A veces los recintos son tan enormes (el Estadio de la Cartuja ha alquilado para el 11 de junio), que debe adornarlos con visuales y colmarlos de sonido eléctrico y por eso ha cambiado la banda. Si en la gira anterior, la de ‘Confieso que he vivido’ (con inesperado pinchazo de público en Bilbao, en el Teatro Campos; así lo contamos y lo elegimos entre los mejores de los 383 conciertos que vimos en 2014), Carrasco se movía en septeto de rock americano a lo Fito o Quique González, ahora continúa en septeto pero ha incrementado la densidad de manera springsteeniana con una banda multinacional: baterista chileno, bajista argentino, guitarrista parisino…

Manuel Carrasco Galloso (Isla Cristina, Huelva, 1981) fue muy protagonista durante el caluroso show (buf, La Reina se abanicaba en el palco 6) y no dio cancha a sus músicos, que apenas se lucieron en solitario: un punteo del guitarrista español, al final solos de saxo de su director musical David Carrasco (sin relación con él) como si fuera Clarence Clemons, el negro del Boss, y, abriendo la mano, citemos también una introducción al piano. En realidad la banda operó en comandita (saltos al unísono, algún gesto grupal humorístico, el tocar los cuatro de los mástiles pegados como la E Street Band) y Manuel Carrasco ofició de modo muy cercano al respetable que le piropeaba, bailaba en pie desde las primeras canciones, coreaba a la mínima, ondeaba las manos como si se lo pidiera Enrique Iglesias, daba palmas y jaleaba ole, alargaba el fragor de las ovaciones, sacaba fotos con el móvil (estaba prohibido, claro, pero las azafatas lo consentían), se hacía selfies y encendió las luces de los teléfonos cuando el cantante se lo solicitó en ‘No dejes de soñar’, para que cada cual pidiera el deseo que quisiera como si tuviera una vela votiva en mano. Incluso Manu, por eso de la proximidad, cantó a pelo y sin amplificación en solitario y al borde del tablado, regaló la pandereta a una niña que se acercó a él, y el onubense se puso una txapela (boina) rojiblanca, él, que al acabar el show corrió al camerino a ver la final de la Champions y se alegró por la undécima del Real Madrid, hala.

Fue un buen concierto que cursó a más desde la pesadez comercial hasta el éxtasis de la parroquia, que medró a pesar de sus variaciones de formato ejecutante a lo largo de 131 minutos para 23 cortes, incluyendo el emocionante popurrí al piano a solas que abrió el bis. Hubo coplillas flamencas que escribió de camino al concierto parece que tirando de mapamundi de Bilbao, un temilla que calificó de inédito (el carnavalesco ‘Yo te vi pasar’, que hizo a solas esta vez con la guitarra), lapsos acústicos, temas con los siete actuantes en fila (‘Yo quiero vivir’, que a La Reina le recordó a Mumford & Sons, no solo por el banjo), rock a tope con él dando saltitos cuando no cantaba (si se canta y se salta o baila a la vez, no falla: es playback) y baladas en las que se palpaba el corazón y tendía la mano (‘Bailar el viento’, la del punteo permitido, con los móviles grabando a tope).

Por el final, cantando entre el público ‘En el bar de los pesares’ (imagen de móvil: O.C.E.).

Por el final, cantando entre el público ‘En el bar de los pesares’ (imagen de móvil: O.C.E.).

Satisfecho del éxito de antemano, Manuel Carrasco hizo rock springsteeniano (ya se ha dicho: desde el inaugural ‘Tambores de guerra’ -con voz andalusí, pero vía el Boss la batería, los teclados, los coros ooohhh-ooohhh…- hasta el epílogo con el saxo ‘En el bar de los pesares’ –cuando bajó y corrió por el patio de butacas-, pasando por la mentada y votiva ‘No dejes de soñar’ o su éxito ‘Que nadie’, «un azote a los machistas cobardes», explicó en referencia a los maltratadores), reveló muchas concomitancias con El Arrebato (un par de giros bailongos aflamencados y letras como las de ‘Aprieta’ -«siembra el cariño y que crezca una flor»- o ‘No tengo prisa’ -«en un ejército de caricias»), con Orozco (‘Uno x uno’ y más) y, claro, con Manolo García (había hasta letras por manoletinas y estribillos ahora vía Alejandro Sanz, luego Danza Invisible…), presentó como su canción más importante ‘Mujer de las mil batallas’ (un pop ampuloso con moralina en la lírica) y entonó baladas de soul español creciente vinculables también a Alejandro Sanz: ‘Y ahora’, el vértice de la cita que fue ‘Amor planetario’ –con él arrodillado como Otis Redding y el coro clamando «bésame otra vez»-, o el adiós con ‘Siendo uno mismo’.

Antes de cantar esta última dijo Manuel: «Somos siete locos disfrutando en el escenario como niños… Bilbao, sois la hostia, joder». Y entonó la mentada ‘Siendo uno mismo’ y acabó la cita, y hubo un conato de invasión del escenario por parte de señoras y joveznas frenadas por dos seguratas uniformados y pipas de Carrasco.

OSCAR CUBILLO

El cantautor pop onubense, dinámico y ex OT (foto: Unai Nuño / Palacio Euskalduna).

El cantautor pop onubense, dinámico y ex OT (foto: Unai Nuño / Palacio Euskalduna).

+++ ENTREVISTA +++

«Estoy recogiendo lo que he ido sembrando»

***

El cantante onubense, ex Operación Triunfo, el superventas del momento en las listas españolas,

trajo su disco ‘Bailar el viento’ a un agotado, caldeado y femenino Palacio Euskalduna

 

El cantante de pop-rock melódico Manuel Carrasco Galloso (Isla Cristina, Huelva, 15 de enero de 1981) empezó a ser conocido allende su Andalucía natal en la segunda edición de Operación Triunfo, a principios del tercer milenio. No obstante, ha labrado su carrera como músico completo que controla la composición y las giras, de lo cual se enorgullece. Su último disco, ‘Bailar el viento’ (Universal, 15), sexto de estudio, ha alcanzado el doble platino. Recién llegado de hacer promoción en México y antes de irse otra vez a Argentino, el martes 3 de mayo, a las 10.50 A.M., nos atendía por teléfono antes de su concierto del sábado 28 de mayo en el Euskalduna (20.30 h, de 28 a 50 €). «Estoy en Madrid, donde vivo. Todavía no he desayunado. Ahora hago una entrevista contigo, luego otra, y me voy a un programa de televisión. Por el camino seguiré haciendo phoners (entrevistas telefónicas). Ese es el plan que tengo hoy, y todavía sin desayunar».

Hace dos años actuaste en el Teatro Campos, donde diste uno de los mejores conciertos del año, entre los 383 que vimos (así lo contamos y lo elegimos entre los mejores de los 383 conciertos que vimos en 2014). Pero pinchó el público, lo cual nos extrañó a todos, empezando por ti, porque estabas llenando en todos los sitios. ¿El País Vasco es una mala plaza para Manuel Carrasco?

Fue el único concierto en el que pinchamos en la gira anterior. Pero recuerdo que al final me lo pasé muy bien. Hay situaciones que acaban emocionando, por unas razones o por otras, y ese concierto me motivó mucho porque quería que la gente que estaba en el teatro se fuera con una buena sensación, y no porque faltara público se iban a llevar algo menor. Mi motivación estuvo ahí, entre otras cosas. No sé qué falló. Dos años antes había ido muy bien Bilbao (en la Semana Grande de 2012, en Abandoibarra) y no quiero generalizar. Quizá el haber quitado el patio de butacas, porque la gente no está acostumbrada a ir a ahí de pie. No lo sé. Y está claro que este año vamos con muchísimas más ganas, para convencer a la gente, evidentemente.

¿En el País Vasco es el único lugar donde te llaman Manu Carrasco?

No, así me llaman en muchos sitios. Quiero pensar que se debe al tema de la cercanía. Manu no me habían llamado nunca, pero ya me he acostumbrado un poco. Prefiero que me llamen Manuel o Lolo, en todo caso, que es como me han dicho siempre. Pero bueno, tampoco pasa nada.

¿Tienes relación con la bailaora Manuela Carrasco?

No, nada, nada. Tampoco la he visto nunca.

A ti te gusta el flamenco, que es mucho más difícil de cantar.

Hombre, el flamenco es la música que he mamado de pequeño, está claro. La que escuchaba en las calles donde me crie. Pero mi padre canta mejor flamenco, je, je, je… Él es el que se salía p’alante en ese aspecto, yo no.

O sea que antes del pop-rock estaba el flamenco.

Sí, claro. Es lo que se escuchaba en el barrio, la que salía por las ventanas. Los discos que había en mi casa eran de flamenco más que de rock. El rock lo descubrí mucho más tarde.

¿Tus flamencos favoritos? Cantaores, guitarristas…

Camarón, El Torta, El Capullo (De Jerez). Estos tres te diría. Morente, evidentemente… Hay muchos. Cada uno me gusta por una cosa. De guitarristas está Paco (de Lucía), que me gusta porque pintó gran parte de todo esto. Me gusta mucho Josemi Carmona, que hemos tocado juntos también e hicimos una canción juntos. Tomatito por toda su historia…

Cantando y tocando sin micros, a pulmón, en el Euskalduna, ¡y se le oía! (foto: Paloma Cid Sanz / Facebook).

Cantando y tocando sin micros, a pulmón, en el Euskalduna, ¡y se le oía! (foto: Paloma Cid Sanz / Facebook).

Menos a Camarón, a todos les he visto en directo. A ti te he visto tocar piano y guitarra. ¿Con qué aprendiste a tocar?

Empecé con la guitarra y todo me vino a partir de que, en Isla Cristina, donde me crie, hay mucha tradición a los carnavales. No solo por los disfraces, sino también hay una explosión de creatividad en cuanto a la gente del pueblo de hacer agrupaciones, de escribir letras originales, de componer música original… Yo estaba metido dentro de ese mundillo. Con quince años dirigí mi primera agrupación y hacía mis pequeñas letras y músicas. Esa ha sido un poco mi escuela. Los digo para que se reconozco el Carnaval de Cádiz. Hay modalidades, como la chirigota, que es la más humorística, y la parte más seria y crítica, digamos, es la comparsa, y en esa modalidad me movía yo.

En tu banda llevas a seis músicos y hay un tal David Carrasco. ¿Es tu hermano?

No, no, no… Yo le digo primo pero no es mi primo, no me toca nada, je, je… ¿Tendrás intención de ir al concierto?

Sí. Por cierto, el Euskalduna es enorme, con unas 2.200 butacas. Será más difícil conseguir el ambiente del Campos.

Ya lo conozco. Alguna cosa hemos hecho de promoción ahí, y sí me da que es muy amplio. Pero intentaremos que la gente se sienta cercana al concierto y se cree algo bonito.

Tocarás unas 25 canciones, ¿no?

Sí, tengo como 24 canciones, creo. En el concierto repaso gran parte de mi discografía, no toda evidentemente, y sobre todo me baso en este último disco. Es un concierto muy enérgico, pero a la vez muy variado. Hay momentos para todo. Momentos con el piano, momentos con la guitarra solo, canciones más rock y más potentes… Quiero que la gente vea el resumen de las cosas que me gustan o que más me llenan. Creo que después de todos estos años hemos logrado un repertorio bien consistente donde la banda, que ya la verás que es nueva, se ha adaptado muy bien a mi energía y a lo que yo soy. Y creo que sobre todo nos lo pasamos muy bien arriba. Y eso acaba obteniendo un reflejo abajo. El buen rollo que se vive arriba acaba conectado con lo de abajo.

Los seis músicos y el líder alineados en ‘Yo quiero vivir’ (imagen de móvil: O.C.E.).

Los seis músicos y el líder alineados en ‘Yo quiero vivir’ (imagen de móvil: O.C.E.).

Vas con los seis músicos. Más técnicos. ¿Viajáis en uno o dos coches, en un bus…?

Vamos en dos furgonetas. Yo en una con parte del equipo, y los músicos en otra con parte del equipo también.

¿En total cuántos sois?

Si te digo la verdad, no he contado al equipo completo, pero vamos unos cuantos. Y es que según, porque aparte tenemos tres formatos. Uno pequeño, que es el del Euskalduna, aunque te parezca raro, pero es el de teatros. Tenemos un formato A, un B y un C. Según el público que tengamos, según el sitio, vamos con un montaje o con otro. Es decir, el staff varía también. Puede ser el triple en un concierto grande, como hicimos el otro día aquí en Madrid (Barclaycard Center, jueves 28 de abril), o en Córdoba en la plaza de toros, que estaremos a lo mejor 9.000 personas (14 de mayo, entradas agotadas ya). El formato teatro vamos menos gente, pero somos un puñado y no te sabría decir ahora, la verdad.

El disco que presentáis, ‘Bailar el viento’, es el tercero más vendido el año pasado en España, y eso que solo estuvo las nueve últimas semanas, dos meses.

¡Y el primero de este año! Quiero decirlo porque estoy muy orgulloso. Es una pasada.

Háblanos un poco del disco.

Creo que hay mucha autenticidad en él. Ahí está mi manera de hacer. Igual que en cualquier otro músico que se precie, de esos que intentan mantener una carrera dejando su verdad por delante. No digo que en otros discos faltara, sino que todo lo que he ido aprendiendo en estos años se encuentra muy resumido en este disco. Y creo que hay buenas canciones. Por el estilo te pueden gustar más o menos, pero son buenas. Eliges una cualquiera, la tocas con la guitarra y es bastante consistente. El disco tiene un buen equilibrio.

El aparato de luces y pantallas en ‘Aprieta’ (imagen de móvil: O.C.E.).

El aparato de luces y pantallas en ‘Aprieta’ (imagen de móvil: O.C.E.).

Estás ahí arriba, en la cima de la popularidad.

Todo lo que he ido sembrado durante estos años es parte de lo que recojo ahora. Es una cuestión de tiempo, también. Esto me lo dijeron cuando empecé y es cierto, ¿no? Se necesita tiempo para poder demostrar todo lo que tienes dentro y para que a la gente le llegue, que es lo más complicado. Así de bien me está yendo ahora y evidentemente estoy muy feliz porque no me viene de nuevas, porque ya he pasado por todos los estados en mi carrera. Y después de tres años, pues bueno, recoger estos logros sienta muy bien.

Y además has recibido la Medalla de Andalucía. 

Así es. Imagínate, todo un orgullo, no solo para mí, sino también para mi familia. Me ha sido concedida porque es un galardón que no solo valora, o así quiero pensarlo, la parte artística y musical, sino también otro tipo de valores presentes a lo largo de todo lo que he ido haciendo en mi carrera. Evidentemente es uno de los premios, de reconocimientos que más ilusión me han hecho, por la trascendencia que tiene.

OSCAR CUBILLO

 

Comments
3 Responses to “Manuel Carrasco: «Estoy cosechando lo que he ido sembrando» (+ entrevista)”
  1. María José Ramos Paniagua dice:

    La crónica me parece demasiado cargada de comparaciones con otros artistas, he tenido que releerla porque me pierdo, me parece muy extraña manera de hacer el relato de un concierto, en el que además estuve presente.
    El concierto me pareció fantástico.

  2. Maria Ortiz dice:

    Hay mucho curro exhaustivo tras esta crónica con entrevista, y se agradece (no es lo habitual), pero no la considero honesta, es snob, es una crónica de nadar y guardar la ropa; con una de cal y otra de arena.
    A la tercera irá la vencida, y entonces «diréis» sin miedo ¿?, lo que yo el primer día que fui a verle en concierto, y es que Manuel Carrasco tiene el mejor directo de la música en español desde siempre, y punto.
    Tras Abandoibarra estuvo a poco de agotar todas las entradas en el Arriaga, espectacular.
    En Campos Eliseos lo pasamos en grande, se entregó a tope a pesar de ser el concierto de esa gira con menos público con diferencia.
    Si tuviera que definir a Manuel como artista con una palabra diría que es VERDAD.

    María

    Espero la tercera con esperanza

    • María… Nadar y guardar la ropa… No te falta razón. A ver… en la primera parte me aburrí bastante, me pareció todo pesado (sonido, rock…) y no acompañaban las letras no tan contundentes (esa lírica a lo El Arrebato…). Con el devenir del show fui entrando en su rollo y me pareció bien, me gustó (por momentos) casi se podría decir.
      Era la tercera vez que le veía y las tres están comentadas en este blog: la primera en Abandoibarra, no me disgustó; la segunda en el Campos la elegí como uno de los mejores conciertos de los 383 que vi ese año, 2014 -en ese texto si que me mojé, ¿eh?-; y la tercera fue ésta, que quizá resultó demasiado grandiosa, de estadio, para un teatro, aunque sea un teatro tan colosal como el Euskalduna.
      Gracias por tus impresiones, María.

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